Multidimensional (parte VI – Transferencia)

MULTIDIMENSIONAL

6 – TRANSFERENCIA

Ïorgs abandonó a Óscar en aquel momento. Ya había finalizado su propia misión y debía volver a su tiempo. Óscar decidió regresar a su casa, intentar por enésima vez sentarse en su sofá para relajarse e intentar pensar claramente. Solo en ese instante intentaría leer el disco de datos.

Así lo hizo y pasó por los anaqueles virtuales que aquel disco contenían, leyendo cada porción de información que en ellos se almacenaba. Perdió la conexión con la realidad mientras que se hundía entre aquella ingente cantidad de noticias, reseñas y referencias. Tanto fue así que un nuevo día amaneció y Óscar aún se mantenía sentado en el sofá, con las ropas del día anterior, y el disco posado sobre la palma de su mano.

Cuando terminó pudo al fin comprender su papel en la historia, entonces decidió recorrerla a su ritmo, a la inversa del curso trazado por Ïorgs y deteniéndose en otros momentos. Vio la transhumanización y la destrucción, también comprobó los cambios que la humanidad había hecho en su conducta para poder mantener el planeta en un estado aceptable; sabía que aquello no habría ocurrido si no hubiera robado aquel chip que aún mantenía en su bolsillo, desde que lo robó no había podido volver más atrás del momento de su transformación, aquel parecía haber sido un evento clave en la historia, uno que había sido bloqueado para no poder ser cambiado jamás.

También vio que ciertos restos de la antigua humanidad se habían mantenido inalterables y que durante siglos se habían sucedido guerras, no solo dentro del planeta sino entre los planetas que habían sido colonizados. La población humana para el momento de la destrucción del planeta Tierra era de cuatrocientos mil millones en apenas doscientos planetas habitados.

Vivió el cambio de base al carbono-silicio y cómo aquello generó la animadversión al planeta en el que aquello había sucedido, pero años después comprobó como el cambio se producía en el resto de planetas al cederse la tecnología que lo había producido, pues el cambio había hecho posible una mejor comunicación entre los seres, que eran capaces de conectarse de modos más profundos que antes del cambio.

Después Óscar siguió su camino y vigiló de cerca el primer viaje temporal de la humanidad, dentro de una cápsula sellada al pasado de la Tierra, mucho antes de que los humanos primitivos hubieran sido creados.

Avanzó y avanzó hasta encontrarse de nuevo en el año 23140, y vio de nuevo la celebración en la que Ïorgs era proclamado miembro de los Tres.

Estaba en un pequeño planeta, el que había recibido la primera remesa de colonizadores desde la Tierra. La población de aquel planeta, de nombre LI-30TH01 no superaba el medio millón de habitantes y se había erigido como centro gubernamental de las colonias cuando estas se empezaron a desarrollar. Era el único planeta de todos los que habían asimilado a la antigua población del planeta Tierra que no había tenido ninguna guerra en toda su historia, y sus habitantes se sentían muy orgullosos de aquello.

Cuando la celebración concluyó, Óscar fue al encuentro de Ïorgs, que se asustó al ver un ser tan extrañamente ataviado.

—¿Quién eres? —preguntó el joven Ïorgs.

—Soy Óscar, me conocerás en tu futuro. Vengo de muy atrás en el tiempo. Del año 2031.

—¡Eso es imposible! El primer viaje fue en el octavo milenio.

Óscar sacó el disco de datos de su bolsillo y se lo mostró a Ïorgs que quedó impresionado.

—¿Eso es… —intentó preguntar.

—Sí, son las sagradas escrituras. Tu me las darás dentro de unos años.

—¿Cómo? Llevan desaparecidas siglos. Nosotros solo tenemos copias e imágenes. Ese es el disco original. ¿Cómo ha llegado a tu poder? —preguntó intentando ahogar un grito.

—Te he dicho que me lo darás tu en el futuro, en el año 23151.

Ïorgs se estaba poniendo más nervioso de lo que Óscar había supuesto. Óscar tuvo que actuar y lo tomó por las manos, cediéndole parte de sus vivencias, las que habían compartido, a través de los canales de luz.

Cuando Ïorgs miró de nuevo al rostro de Óscar había cambiado, el tono de su luz era diferente, menos brillante e intenso, pero de una tonalidad más poderosa.

—Ahora me iré, guarda el disco a buen recaudo. Recuerda que me lo tendrás que devolver para que comprenda todo lo ocurrido.

Óscar se fue de allí y dejó solo a Ïorgs, que se debatía sobre qué hacer a continuación.

—Tendré que actuar como si nada hubiera sucedido, según me ha mostrado —pensó finalmente.

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