A finales de 2011, o principios de 2012, llegó a mis manos esta novela. He de confesar que no fue por los canales habituales en los que los bienes se adquieren por dinero; digamos que me puse un parche en el ojo y una pata de palo.
Pero nada más leerla todo cambió, compré el libro y lo regalé. Desde aquella primera lectura lo he vuelto a releer dos o tres veces. Así de buena es la novela.
Hoy hablamos de El nombre del viento de Patrick Rothfuss.