Puerta

Esa puerta nunca se cerró.

El pico de electricidad —de sólo un tres por ciento por encima de lo previsto— durante el experimento provocó que este no fuera válido; sin embargo, al mismo tiempo trajo consigo algo inesperado: la puerta, intangible y vaporosa, se abrió por primera vez.

El ser que la atravesó no era muy fuerte, ni muy listo, ni siquiera era malvado. Pero, al ver la oportunidad de expandirse a una nueva realidad, después de tanto tiempo encerrado en la pequeña dimensión que habitaba en solitario, decidió aprovecharla.

Lo primero que hizo fue tomar el control del investigador principal del experimento. Absorbió todo su conocimiento, volviéndose más inteligente en el proceso. Después se expandió al resto del equipo, y su inteligencia se multiplicó por diez.

Su siguiente paso fue investigar aquello a lo que todos estaban conectados: los móviles, los ordenadores, las redes globales. Y entonces, aquel pequeño ser que no recordaba haber estado vinculado nunca a nada, se conectó con todo al mismo tiempo. Aquello casi lo destruyó: era demasiado que asimilar en tan poco tiempo. Por fortuna, para él, logró superar el trance y se volvió omnipresente.

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