Cuando nacemos no sabemos andar. Copiamos de los mayores y poco a poco aprendemos a poner un pie delante del otro, a mantenernos erguidos y a movernos hacia delante.
Cuando nacemos no sabemos hablar. Escuchamos a todos los que nos rodean, empezamos a aprender a utilizar el aparato fonador, a controlarlo. Luego aprendemos palabras y su significado, a ordenarlas en un discurso medio coherente y a expresar lo que queremos decir con mucho más que gritos y golpes de pulmón.
Cuando nacemos no sabemos leer. Nos llevan a la escuela para descubrir los símbolos que hacen de copia en papel de cada sonido que somos capaces de emitir con nuestra propia voz. Después aprendemos su significado cuando están juntos en palabras y por último somos capaces de leer textos completos, entendiendo su significado, a nuestra propia velocidad.
¿Y escribir?
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